La Agenda 2030 alerta sobre los cambios y ajustes que debemos implementar para contar con mejores condiciones, naturales y sociales, en nuestro planeta. Las acciones que propone, vinculadas con la filosofía “piensa global – actúa local”, pueden encontrar un importante apoyo en nuestra labor como intérpretes.
En septiembre de 2015, se aprobó el mayor plan de acción global para lograr un mundo más inclusivo y próspero para todas las personas y el propio planeta. El nombre con el que se le bautizó es el de Agenda 2030 y fue firmado por 193 países miembros de la ONU. La realidad, es que desde varios años más atrás, ya era muy comentada en el mundo la necesidad de hacer algo por el planeta, y por las personas que viven en él.
En la Agenda, 17 grandes acciones buscan mejorar el escenario de nuestro presente y nuestro futuro. Entre ellas están: “Agua limpia y saneamiento”; “Energía asequible y no contaminante”; “Reducción de desigualdaides”; “Producción y consumo responsables”; “Acción por el clima”; “Vida submarina”; y “Paz, justicia e instituciones sólidas”.
Encima, debajo, al derecho y al revés, esta agenda promueve una filosofía que dicta: piensa global, actúa local. También, deja asomar que hay cosas valiosas que vale la pena conservar, y también restaurar. Alerta sobre un posible punto de no retorno, que todavía podemos evitar (imprimiendo un halo de esperanza). El discurso es relativamente claro, y las acciones a veces más y a veces menos coherentes (sobre todo cuando se llevan al plano de las realidades culturales, económicas y políticas, en donde no suelen faltar algunas y otras polémicas). Pero lo que es contundente es que todos y todas quienes vivimos en este planeta, si queremos, podemos contribuir en la solución.
Las acciones son diversas, y cuantiosas si las desdoblamos en la manera como se pueden aplicar en cada contexto. Muchísimas de ellas están conectadas con la intención de que los humanos realicemos ajustes en nuestros hábitos cotidianos.
En ellas, las personas que consumimos agua (todas), las que interactuamos con otros humanos y podemos evitar acciones de discriminación (todos), quienes podemos tomar la decisión de hacer ajustes en los tipos de consumo energético (muchísimos de nosotros), quienes dependemos de la salud de los ecosistemas para poder vivir bien (todos), quienes podemos evitar actos de corrupción (bastantes en determinadas circunstancias), entre otras que representan a estas 17 acciones, nos colocamos, ante las personas que quieren implementar esta Agenda, en el lugar que está en una suerte de foco, de mira, de posibilidades para la acción.
¿Cómo podemos los intérpretes del patrimonio, ayudar a que estas acciones se implementen? ¿Cómo podemos, en otras palabras, los intérpretes, contribuir a la construcción de un planeta con agua limpia, con menos uso de energía nociva, con mayor justicia, con respeto por nuestro entorno natural y la vida en los ecosistemas terrestres, con paz y justicia?
Los intérpretes del patrimonio podemos abrazar alguna de estas 17 acciones y estudiarla, entenderla, y promoverla en las distintas oportunidades que tenemos para dialogar sobre estos temas con nuestras audiencias. Esa, es una gran posibilidad. Pero no solo eso, puede convertirse en parte de nuestra ética profesional. Finalmente, la interpretación del patrimonio fue construida y ha ido creciendo con gran misión: provocar el pensamiento de las personas, con el fin de que éstas tomen la decisión (o la refuercen), de participar en la construcción de un mundo más sustentable, con una perspectiva más respetuosa del entorno que vivimos.
“Piensa global, actúa local” es una frase que podemos traer con nosotros. La gente que visita nuestros parques naturales, nuestros espacios que albergan y resguardan patrimonios, nuestros museos sobre historia y arqueología, son personas con quienes podemos compartir, con estrategia y con creatividad, la posibilidad de participar en el mejoramiento de las condiciones de vida en nuestro planeta.
La Agenda tiene muchísimos puntos por cumplir. El desarrollo de estas tareas es más urgente de lo que nunca fue. Los intérpretes del patrimonio podemos participar comunicando a nuestras audiencias qué, por qué y cómo podemos mejorar nuestros entornos.
1 María Antonieta Jiménez Izarraraz es Doctora en Antropología, Licenciada y Maestra en Arqueología, Directora Ejecutiva de InterpatMx – Asociación Mexicana de Intérpretes del Patrimonio y Profesora-Investigadora en el Centro de Estudios Arqueológicos de El Colegio de Michoacán, AC, Centro de Estudios Arqueológicos.
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